Consejos y lentejas

nightTrain'15

nightTrain’15

«Vive cada instante de tu vida, con intensidad, con amor, sin razón ni medida, solamente vive en plenitud cada momento que la vida te ofrece.

Si te pone pruebas, supéralas, es un reto, pero disfruta al superarlas y alcanza tus metas sin miedo, sin rendirte. Porque el fuerte lucha, jamás se rinde.

Si tropiezas y caes, levántate, no te des por vencido y si volvieras a tropezar y de nuevo caer, levántate con más ímpetu y más fuerza de luchar que antes. No hay obstáculos que no se puedan vencer. Hazte grande ante la adversidad.

No te afanes a lo material, es necesario, pero no imprescindible.

Vive con humildad. Esto te hará grande ante los demás. Da todo cuanto puedas sin esperar nada a cambio, pero hazlo de corazón, nada impuesto es bueno. La vida te sabrá recompensar.

Vive con sencillez no hagas alarde de lo que eres o posees. No hagas leña del árbol caído. Ten presente que en algún momento de la vida, tal vez hayas estado o puedas estar en las mismas condiciones.

No permitas en tu vida, la mediocridad, ni la hipocresía, son sentimientos vanos y bajos, que solo conllevan a la tristeza, la amargura y la soledad.

Aleja de ti los malos pensamientos, la rabia, la venganza, la envidia, la soberbia y la mentira, corroen tu alma y dañan tu corazón.

Abre tu corazón al amor y al perdón, esto te hará libre y dejará fluir la nobleza que habita en él.

Vive a plenitud cada instante de tu vida, sin tener presente el ayer, sin pensar en el mañana, solo vive hoy cada momento que la vida te regala.

Porque la Vida es Bella, y Vale la Pena Vivirla.»

(Autor desconocido)


Días de radio (jabato)

Días de radio'90s

Días de radio’90s

Nos refugiamos en el sonido cuando aún creíamos en que era magia. Nos atrevimos con el micrófono para contar nuestros años salvajes, para ponerle banda sonora a las resacas a ritmo de rocanrol, los domingos por la tarde.

Mientras otros jugaban al fútbol, aplicaban la lección o perdían el tiempo en los parques, nosotros lo ganábamos entre periódicos, discos y cables pelados que, finalmente, hicieron chispa. Fue escuela, pasatiempo y, curiosamente, profesión. Hermanamiento y ejercicio temporal en eso de ir de rolling stone, de practicar la gramática parda, sin saber (¿qué sabes a los 18 años?) que nos haría mejor(es) frente al ‘miedo a’.

Dieciséis años después se sigue cumpliendo el tópico, seguimos pagando el precio: ‘el micro engancha; es la droga que calma la necesidad que todos tenemos de contar. Porque todo el mundo tiene algo que decirle a los demás’.

Ese fue nuestro vicio y cuento de los años salvajes. Yo todavía tengo el mono…


Silencio en la sala

perdon_confianza
No se trataba tanto de contar penas como de tener cierto colchón en caso de flojera. Un café para agarrar las fuerzas escondidas en la mirada sostenida que se comparte cuando consigues reírte del problema.

No tenía nada que ver con los pañuelos de lágrimas, con abonar el huerto de los frutos podridos. Era más el acto de rabia, que la alquimia de la compañía convierte en excusa para alargar, hasta la mañana del martes, la noche de un lunes cualquiera.

No es una queja formal, un reproche de adolescente. Es el argumento consensuado en la impotencia ante esta velocidad que nos aleja, exponencialmente, bajo la excusa de la vida de cada uno. Es la búsqueda silenciosa, en plena evaluación de escombros, del momento exacto de la gran explosión. Esa que envió a cada uno en una dirección diferente hacia la que nos dirigimos, cada vez más veloces, cada vez más lejos de lo que fuimos, de las mesas que nunca compartimos, de los viajes que no nos dio tiempo a convertir en uno de esos recuerdos con los que sonreírle a la vida cuando se retuerce.

A veces me siento a presenciar el simposio del ‘nunca es demasiado tarde’, pero no hay nadie más en la sala.